Vahema Uncategorized AL CONOCERTE

AL CONOCERTE

AL CONOCERTE
TU VOZ LA ESCUCHÉ
ALLA LEJOS, MUY LEJOS,
VENIA ACOMPAÑADA
DE HISTORIAS INFINITAS.

ERA UN TORRENTE DE AGUA
CUANDO GRITÓ EL SILENCIO
Y DESDE LA PLATAFORMA
DE LA SOLEDAD
LA TIERRA GIRABA
DESDE LAS RAÍCES
ROJAS DEL TIEMPO.

EL MURMULLO
DE TU VOZ,
HILVANO LAS PALABRAS
LA CALIGRAFIA
DE TUS LETRAS
SUBIÓ POR EL MONTE
DE LAS VERDADES,
Y LA PALABRA
EXTRAIDA DE TU VOZ
SEMBRO SEMILLAS
DE PRIMAVERA.

VAHEMA
15 DE JUNIO 2009
SUCRE BOLIVIA

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LA BELLEZALA BELLEZA

LA BELLEZA
La belleza emerge
en la tierra, como
fruto esplendoroso
desde su nacimiento,
es una riqueza terrenal.
Esta impregnada
de todos los frutos
de la tierra, de su
aroma profundo,
de sus raíces, y del
secreto que guarda
el vientre
de la tierra.
Pero esta belleza pura,
incólume, absorbe
la indiferencia de los años
el caminar lento y pausado,
el desprecio de la mirada,
el dolor de las pisadas,
el abuso de las palabras,
la discriminación
por su naturaleza agotada,
el llanto silencioso
de los huesos.
Conforme transcurre,
el tiempo, los años,
se va convirtiendo
en una mercancía
que entra a la subasta
del mercado, es
absorbida por las
ganancias del dinero,
por la voracidad inescrupulosa,
la belleza se derrite y se
malgasta en las pasarelas del vicio
en los concursos efímeros
y truculentos de belleza.
La belleza se va envejeciendo,
en los mercados del placer,
en los abusos de los placeres
sexuales, allí acaba su lozanía,
su verdor y su vigor.
Allí la belleza es exprimida
para saciar las bajas pasiones
de los que medran en los ambientes
prostibularios, el depravado, pervertido,
que se entierran en la lujuria
de la vergüenza.
La vida se va deshilachándose
y su esplendor normal queda
envuelta en las silabas apretadas
de la tristeza humana.
Esas manos, ya no son
aquellas manos que
tocaban el cielo,
y construían la música
impalpable del amor.
Lo que antes fue
belleza platinada,
hoy solo son arrugas
encarceladas.

Vahema Santa Maria

sabado, 18 de julio 2009

v a h e m a

LA LUCHALA LUCHA

LA LUCHA
Las flores de tus ojos,
me enseñaron la lluvia,
a buscar en cada pétalo
de la vida
las hojas desnudas de la opresión.
Caminé por el silenciode tus palabras
y encontréuna flor que me llamaba.
Sus hilos de sangre se perdían,
en la raíz de la tierra,
las huellas de su sombrame hablaron en la noche,
y dejaron en mis manos
su camino de libertad.
Recibí en mis sentidos,
las voces de los enterrados,
sonó sobre mis oídos
las gargantas de los fusilados.
En la piel suave de las flores
encontré las huellasde tus ojos,
y con los racimosde las hojas
recogí las manos
quemadas
con las sílabas
ardientes
de la sangre
y de la pólvora.
Vahema