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ANTONIO CISNEROS

Por sus versos lo conoceréis
En el marco de la Feria Internacional del Libro de Lima, por su trayectoria poética.

Pedro Escribano.

Tributo. El poeta Antonio Cisneros en su casa, en Miraflores, en un momento en que está libre de las musas. (Foto: Chirstian Salazar)

«Por sus frutos lo conoceréis». Así reza la frase bíblica que bien puede parafrasearse para el poeta Antonio Cisneros: «por sus versos lo conoceréis». Precisamente eso hemos hecho ahora. Entregamos, a propósito del homenaje que recibirá hoy en la Feria Internacional del Libro de Lima, una brevísima selección de sus poemas para que deguste, amigo lector. (La ceremonia de homenaje será a las 7 pm. y estarán con el autor de Un Crucero a las Islas Galápagos Óscar Hahn, Peter Elmore y Gladys Díaz Carrera).

Cisneros, miembro de la generación del 60 y convertido propiamente en un clásico peruano, es una de las voces que trajeron un nuevo lenguaje a la poesía peruana. Entre otras distinciones, ha ganado el Premio Nacional de Poesía (1965), Premio Casa de las Américas (1968), Premio Gabriela Mistral de la OEA (2000).

CAFÉ EN MARTIROK UTJA
A Frigyes Todero

Hay una lámpara floreada sobre el piano
y una estufa de fierro.
Bebes el vino junto a la única ventana:
un autobús azul y plata cada cinco minutos.
Pides el cenicero a la muchacha
(alta flor de los campos ven a mí).
La luz del otoño es en tu vaso
un reino de pájaros dorados.

Pero pronto anochece.
Los autobuses no son azul y plata,
el cenicero es una rata muerta,
el vaso esta vacío.
La muchacha partió cuando encendieron
la lámpara floreada y tu mirabas
la lámpara floreada.
Puedes pedir otra jarra de vino,
pero esta noche
no esperes a los dioses en tu mesa.

REQUIEM (4)

Sea este cordero a la norteña
alegre y abundante
como los bares el viernes por la noche.

Siempre esté con nosotros, es decir
en nuestro corazón
pero también en nuestro calmo vientre.

Compasivo y sabroso sepa ser
en el lecho de muerte,
donde cesan la gula y la memoria.

Sea el cordero
símbolo y consuelo. Agnus Dei.

Sea eterno el cordero
con sus papas doradas partidas en mitad.

Mas no se tenga
por cosa de comer o digerir.

Sea sólo un farol, una bengala
en medio de los fondos submarinos.

Algo en la mano para esa travesía
tan oscura y feroz coma un mandril.

TERCER MOVIMIENTO (Affecttuosso)

Para hacer el amor
debe evitarse un sol muy fuerte sobre los ojos de la
muchacha,
tampoco es buena la sombra si el lomo del amante se
achicharra
para hacer el amor.

Los pastos húmedos son mejores que los pastos amarillos
pero la arena gruesa es mejor todavía.
Ni junto a las colinas porque el suelo es rocoso ni cerca de
las aguas.
Poco reino es la cama para este buen amor.

Limpios los cuerpos han de ser como una gran pradera:
que ningún valle o monte quede oculto y los amantes
podrán holgarse en todos sus caminos.

La oscuridad no guarda el buen amor.
El cielo debe ser azul y amable, limpio y redondo como
un techo
y entonces
la muchacha no vera el Dedo de Dios.

Los cuerpos discretos pero nunca en reposo,
los pulmones abiertos,
las frases cortas.
Es difícil hacer el amor pero se aprende.

SÓLO UN VERANO ME OTORGÁIS PODEROSAS
i. m. Lucho Hernández

Y llegado el momento el tiempo se abrirá como el Mar
Rojo
bajo el sol de nuestros padres o la luz de una sala de
emergencia.
(Ni el verano de Hölderlin me otorgáis oh Parcas
poderosas.)

Ya no esos camarones con almendras. Ya no son fastas las
mañanitas o nefastas.

Ya sólo una pradera inacabable donde pasta el potrillo y
nos ama el Señor.

Perdóname Señor. Me aterra esa pradera inacabable. Sigo a
la vida
como el zorro silente tras los rastros de un topo a
medianoche.

UN PERRO NEGRO

Un perro. Un prado.
Un perro negro sobre un gran prado verde.

¿Es posible que en un país como éste aún exista un perro
negro sobre un gran prado verde?

Un perro negro ni grande ni pequeño ni peludo ni pelado
ni manso ni feroz.

Un perro negro común y corriente sobre un prado
ordinario.
Un perro. Un prado.

En este país un perro negro sobre un prado verde es cosa de
maravilla y de rencor.

Los poemas «Un café en martirok utja» y «Sólo un verano me otorgáis poderosas» pertenecen a El libro de Dios y de los húngaros, publicado en 1978. El poema «Tercer movimiento (Affecttuosso)» ha sido extraído del libro Agua que no has de beber, editado en 1971. «Un perro negro» y «Réquiem (4)» corresponden al libro Las inmensas preguntas celestes de 1992.

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ANTESALA DEL AMORANTESALA DEL AMOR

Antesala de Amor
Se acomodó encima de mis rodillas, desabotono su blusa celeste y mordiéndome a los ojos descubrió sus senos y me dijo: ¿No te gustan?.Una luz mortecina alumbraba sus orillas gastadas por los años. Mis labios recorrían sus montañas afiebradas, las manos transitaban por los firmamentos de los recuerdos. Separamos el pavor de sus colores del rojo hilo de su premura. Sobre la mesa de sus apuros serví dos vasos de Singani, ella presurosa coloco sobre los vasos, cubitos de hielo. Desde el cristal de mis pensamientos fui dando vuelta a la baraja, retire una carta y la cubrí con mi mano izquierda. Sobre el pecho desnudo de sus emociones, acaricié los crepúsculos de sus arrebatos, era la vitrina dormida de sus años, en las playas calientes de las manos.El timbre del departamento sonó dos veces. Debajo del umbral de la cocina se detuvo. ¿Quién será?, Me preguntó en voz baja, hice una mueca de admiración, fijó su mirada hacia la puerta principal del departamento, giró sobre sus talones y acomodó sus espaciosas caderas sobre una pequeña silla de madera.Saco de los zapatos cuidadosamente sus pies, y se dirigió descalza hacia la puerta de entrada, miró por el ojo mágico, dio las espaldas a la puerta, se persignó como si estuviera entrando a la iglesia del barrio y abrió la puerta, era el portero del edificio que venía a entregarle una torta que un amigo de Myrla se la enviaba.A este me dijo señalando la torta lo conocí a las dos semanas de haberme casado, todos los sábados almorzábamos juntos, ¿cuánto tiempo, duró eso? Pregunté, fueron ocho meses, lo acompañe en sus giras políticas, en las campañas electorales, pero nunca vote por él ni por su partido. Unos tallarines en salsa verde aplacaron con creces nuestra hambre, lo acompañamos con un semiseco de Tacama helado, bebimos todas la botella. La música desbordaba el ambiente, las cortinas de gasa china colocadas en el comedor, dejaban ver las nostalgias de los sueños imperiales, terminamos comiendo torta y queques. Una bocina de auto hizo estallar la conversación. Puede ser mi marido dijo Myrla que se le ha ocurrido venir a visitarme. Desde la ventana de su dormitorio observó el auto de su marido que se iba perdiendo en una larga fila de movilidades, las fotografías desparramadas sobre su sillón de costura delataban su escultural cuerpo, montada sobre un caballo se reafirmaba su colaboración en las campañas políticas.
Sobre una alfombra verde billar y entre almohadones posaba cubierta con una malla de color acero. Ese fotógrafo estuvo contratado para la campaña electoral, todos los días posaba desnuda. He coleccionado 100 fotografías, solo 3 personas han tenido acceso a ellas: Mi madre, mi sobrino y un amante pasajero; la interrumpí para preguntarle si el político ha tenido acceso a ellas, no me dijo, cuando ejerció la cartera del ministerio de trabajo, sobre las resoluciones recién impresas hacíamos el amor. Cogió una fotografía en que se cubría con una malla de naipes, levante la mano izquierda que cubría la carta y se la enseñe, la miró y sonriendo me dijo vamos a viajar, encendió un cigarro negro y comprobó lo que había manifestado. Sobre la cresta de sus olas, descansé en el oasis de sus pretensiones, llegué hasta la ofrenda de su memoria, con el orgullo de la palabra. La mire y ella también, tenía puesta una malla de ballet de color rojo, su cuerpo era un remolino de vueltas, la penetré sobre el calor de sus paisajes, era una balsa al garete, ella se aferraba a la tangana, sobre el tapiz de sus flores, nos cubrió la última catarata. En la noche de su germinación terrestre, nacieron las azucenas. Un polo amarillo cubría su torso, sobre la cima de sus elevados senos se leía: «HAZME NACER » en letras negras y gruesas. Sonó el timbre del teléfono. Si te espero. Vienes pronto. Chau. Su sobrino apareció cansado, arrojó el maletín sobre el sofá, colgó su kepí y se estiro en el sillón. Un plato de sopa hirviente alcanzó a remecer sus horizontes. Colgó la luna de sus sentimientos sobre los brazos calientes de su tía, la cercó cuerpo a cuerpo, progresivamente exploró todos los terrenos, enderezó las curvas, saltó los precipicios, descanso sobre la bajada de sus muslos y por último llegó al ojo caliente de las aguas termales. La madre de su sobrino sospechaba las relaciones turbulentas que llevaba su hijo con su hermana. Las diferencias entre las hermanas datan de muchos años atrás, cuando tuvo relaciones con un alemán y procreó un hijo que era el sobrino de Myrla. Desde aquel entonces las diferencias alcanzaron alturas insospechadas.
Sobre el mostrador de su negocio, el marido de su hermana, acariciaba los cabellos de Myrla, que sucumbía alegremente al requiebro de su cuñado. Eran varios los años que mantenían continuos contactos, estos se fueron intensificando sin que ellos se dieran cuenta, que estaban dentro de una vorágine que no tenia cuando parar. Todo empezó cuando él fue arreglar el Calefón y tuvo que volver varias veces para terminar el trabajo. El cuñado conocía de antemano las debilidades de las bondades que poseía Myrla. En el Jardín de tu vida, eres flor fraganciosa, sobre tu mente prodigiosa, hay una luz encendida, de azucena nacida. Sobre la margen derecha de Río Abajo, se deslizaba la camioneta Blanca Sedan 4×4, que la conducía Myrla, los boleros de Galy galeano, iban abonando el camino. Un manto verde de sembríos de lechuga, extensiones de cañaverales iban matizando la tarde cargada de calor, al fin llegamos mencionó Sadel, dándole un beso en las piernas a Myrla. Una edificación grande rodeada de jardines muy bien conservados los recibieron. Aquella servía de descanso mensual al padre de Myrla que bajaba de sus propiedades cultivadas de alfalfa. Sobre la terraza de ésta se podía ver los últimos sembríos de una cosecha tempranera. Dos perros pastores coronaban el silencio ampuloso del deseo. Sobre la tumba de sus ocurrencias, el viento perezoso caminaba sobre el crepúsculo de la tarde. Epifanio el portero mayor sirvió dos vasos de jugos, de su bolso negro apartó una bolsa plástica y se la entregó a Epifanio, para tus hijos le dijo. Mandó preparar dos asados con papas fritas y ensalada de tomates. Caminaron por el corredor derecho, una escalera de madera los llevó a una habitación grande con olor a caoba, las paredes mostraban fotografías y pinturas al óleo, sobre la izquierda un bar repleto de licores, el traje de seda en color lila que vestía Myrla, desaparecía entre las sombras pudorosas de los lienzos que miraba absorto Sadel.
Descubrí tu edificio de mujer, sobre columnas hermosas, una terraza preciosa, cristal del amanecer. Sí la lluvia quiere caer, extiende tu cabellera, corazón de cordillera, ciudadana del amor, credencial del candor, escudo y bandera. Las manos se juntaron, las pinturas se hundieron, las maderas temblaron ante el peso esquizofrénico de los cuerpos, las luces cambiaban de colores, los ojos retumbaron, las macetas y las flores no alcanzaron haber el sol. Desde la cumbre de una leve sonrisa, el coraje de tu rostro, atravesó el cabildo de tus ojos. La noche mostraba su sonrisa serena, sobre la berma derecha, aparcó la camioneta, bájate antes que la gorda té mate, le dijo Myrla en alusión a su hermana de ella. El día se iba acomodando, en las alturas había nevado, el soplido del viento acababa los últimos tragos de la noche. Myrla llegó corriendo, a las diez de la mañana tenia una cita reservada con el gerente de la compañía. La secretaria en tono suave le indica que puede pasar a la oficina de la gerencia. Lucía un pantalón ceñido verde agua, con la astucia de sus años le presenta su saludo caluroso. Aquel era un hombre que bordeaba los treinta años, sobre la aurora de sus 40, le muestra un listado de su mercadería. Recibí tus ositos de peluche gracias y le estampó un sonoro beso en el rollizo cuello del gerente y con sus manos le despeinaba el cabello. Comunica por el anexo que preparen el pedido de la Señora Myrla antigua cliente de la Compañía, fímame estas 6 letras y también estos 6 recibos, es una formalidad le dice, mientras que acomodándose sobre las piernas del gerente, le desata la corbata y le empieza a tocar las notas de la Marcha Paso de Vencedores. Va usted con cuatro hombres y las autoridades judiciales, a realizar el allanamiento de un laboratorio de cocaína, si mi capitán y se retira. Desde un teléfono público habla con Myrla, prepárate, mañana sobre las seis de la tarde me esperas en el Paseo de la Rotonda, estaré con una camioneta roja. Esta bien no faltare, cuídate. No te preocupes. Chau. Colgó el teléfono y se retiro a la cocina, mientras tanto meditaba sobre esa llamada. Comenzó a arreglar las habitaciones, salió a la calle a almorzar y atender su negocio.
En el olvido de sus pretensiones, sobre la Rada de sus ensueños, el consumo de un cigarro negro acariciaba sus ambiciones. La camioneta de la compañía desembarcaba su mercadería, 8 bultos grandes era el listado completo de su pedido, me lo firma señora dijo el empleado y se retiró. A caballo regalado no se le mira las muelas y los apilo unos tras otros. El hermano de su marido que llego a visitarla, se percata de la mercadería. Cuanto cuesta esto la interrogó. Como era su costumbre, desde que se inició en el mundo de los negocios, aprendió a eludir los momentos ásperos, sin embargo esbozando una sonrisa de disimulo contesto: «SI TU ME DAS, YO TE DOY» y sé hecho a reír a mandíbula batiente. El hermano de su marido, no se quedó callado, con la autoridad que le daban los últimos cuatro años, de conocerla como la palma de su mano, espetó: Estas pagando en género. Así es dijo Myrla, badulaque, embustero, vividor, ganapán. Las palabras siguieron volando, el cuñado dio las espaldas y se alejo. Sobre la tarde dormida del día siguiente, la camioneta roja estacionada la recogió. El agente de inteligencia la miró detenidamente y en su memoria se dibujaron el plano de la casa donde iban a dormir. Me quieren matar le dijo. ¿QUIEN? La misma inteligencia. Se detuvo la camioneta, bajaron una guitarra, una bolsa que contenía alimentos, dos botellas de ron, una linterna grande. Las puertas de las habitaciones estaban cerradas, solo quedaba abierta la del baño. En la habitación grande del comedor acomodaron unas sillas, sobre una mesa depositaron los alimentos, Myrla avanzó hacia el baño, el agente indicó no prendas las luces, a tientas se volvió a pintar los labios, se acomodó el cabello, recogió las ropas húmedas colgadas desde el verano de sus sentimientos. El agente cantaba acompañado de su guitarra. Desde la puerta del baño Myrla exclamo: Estas poderoso, el agente alzó la cabeza, dejó de cantar y le señaló la botella, sirve de una vez, porque me cago de sueño, ella «alzó la copa de su viento, y sirvió en las mesas de las hojas, las flores bellas de su recuerdo»
Entre vasos de Singani, cigarrillos, música, penetraciones, fue perdiéndose la noche, el agente la contemplaba. Eres un monumento, de luz y de hueso, de luna y de queso, libre como el viento. Cálida en su momento, en perfumes de clavel, con sabor a laurel, vestida de rosa bella y hermosa, de junco y de miel. Sigilosamente se vistió el agente, bajó silenciosamente las escaleras, regresó por las llaves, observó la camioneta roja estacionada, con la pistola en la mano se fue acercando, la puerta posterior estaba semiabierta, estiró el brazo izquierdo y la cerró. El chofer no se encontraba en su puesto de vigilancia, caminó unos cuantos metros y llegó a la esquina superior del parque, descendió por unas gradas de cemento y encontró al chofer desangrándose, volvió sobre sus mismos pasos, dio una vuelta a la manzana, ingresó velozmente a la casa, en los peldaños de la escalera estaban regadas las botellas, llamó por su nombre a Myrla, y nadie contestaba, terminó de subir las escaleras y se dirigió al baño, estrangulada con una soga al cuello agonizaba Myrla, estaba desnuda sobre la tina, se arrodillo, pronunció su nombre, la besó en la frente, intento desatarla y una ráfaga de metralleta acabo con su vida.Sucre, 04 de noviembre 2003Vahema

EL SOL ILUMINA TU AUSENCIAEL SOL ILUMINA TU AUSENCIA

EL SOL ILUMINA TU AUSENCIA
Como un rayo de luz
aparecio tu primavera
y en el corazòn de la espera
se tallo una cruz.
La primavera trajo un beso de flores,
en los pètalos su fragancia
en la tierra queda su abundancia
cubierta de tus colores.
Tus manos tienen inquietud profunda
el sol ilumina tu ausencia
y en las orillas de tu presencia
tu fuego siempre abunda.
Sobre el rìo corren tus pasos
y en las olas brota tu silencio
donde se escucha mi verso
y suenan tus aplausos.
Vahema Santa Maria
6 de junio 2009
Sucre Bolivia

LAS SOMBRAS DE LAS HUELLASLAS SOMBRAS DE LAS HUELLAS

LAS SOMBRAS DE LAS HUELLAS

LOS OJOS ALUMBRARON LOS CAMINOS,

LAS LUCES APAGARON EL SILENCIO

LAS MANOS DESPLEGARON LA BANDERA

Y LOS HIMNOS ARRECIARON COMO EL VIENTO.

LOS AÑOS SE COLGARON DE LOS PUENTES

LAS VOCES AULLARON SUS CANCIONES

EL PESO DE LOS CUERPOSSURCARON LAS MONTAÑAS

EL HAMBRE SE MECÍAEN LOS CORDELES DE LA PATRIA.

LAS SOMBRAS DE LAS HUELLAS

CULTIVARON LAS PALABRAS

LA MIRADA DE LOS RIOS

SOPORTARON MUCHOS ROSTROS.

SOBRE EL VIENTO DE LOS HUESOS

SE CUBRIAN NUEVAS RUTAS

LA NOSTALGIA DE RECUERDOS

EMPUJABAN LOS CAMINOS.

LA MENTIRA Y EL ENGAÑO

CERCENARON VOLUNTADES

LA VERDAD CON LA JUSTICIA

VOLARON POR LOS CIELOS.

LOS CIELOS SE NUBLARON

AL CONTACTO CON LOS ROSTROS

LAS PIERNAS ASCENDIERON

AL TECHO DE LA GLORIA.

LA VENTISCA DE LA NIEVEALCANZABA CIERTA ALTURALAS GRIETAS BLANQUECINASDAÑABAN LAS CANILLAS.EL SUSURRO DE LA NIEVECAMINABA ENTRE LOS DIENTESEL CANSAR DE LOS OJOSAPRETABA LA VANGUARDIA.

LA BAJADA SE MECIACON LA LLUVIA DE LOS LAGOSLOS DOLORES SE LLEVABANEN LA PUERTA DE LAS NUBES.EL AVANCE SILENCIOSODE LOS HUESOS PERTURBADOSCON LOS PECHOS YA CANSADOSY EL ANDAR VICTORIOSO.

EL DESCANSO DE LAS TARDES

SE SORTEABAN ENTRE LLUVIAS.

VAHEMA05 AGOSTO 2005

SUCRE BOLIVIA.

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