Vahema Decimas,Uncategorized LA MIRADA DEL SILENCIO

LA MIRADA DEL SILENCIO

LA MIRADA DEL SILENCIO
La neblina extendió su manto
al final del precipicio,
las voces de las pisadas
dieron vuelta a las estrellas.
Las angustias se cocieron
en los labios cincelados,
Los dolores de columna
hablaron por los codos.
La mirada del silencio
en el galope del caballo
fustigaba con el viento
viejas sombras del recuerdo.
La mecida del caballo,
provocaban otras risas,
nuevos vientos removian
los sombreros de la vida.
Las aguas discurrian lentamente
el trotar de los caballos
inclinaban las pendientes
la ventisca de las voces
apagaban los cigarros.
VAHEMA
Sabado 03 marzo 2007
Sucre Bolivia.
v a h e m a
Felicitaciones por el avance.
La mejor construcción la veo desde el verso 9 hasta el 12.
Creo sinceramente que puedes mejorar todo el conjunto.
Incluso la podrías extender.
Un abrazo.
Fernando.

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LLUEVE SOBRE MI PECHOLLUEVE SOBRE MI PECHO

LLUEVE SOBRE MI PECHO

Que profunda es la vida,
somos parte de ese
dolor universal.

Hoy me quede absorto
en la licenciatura del hambre.

Hoy llueve sobre mi pecho
mustias lágrimas de dolor.

Es ese dolor particular
que camina sobre
una piedra estirada
y pasa el polvo
dejando estacionada
carretas de dolor.

Cuantas veces pasaron
y cantaron
sobre los huesos desnudos
de la prisión.

Son unos sacos de huesos
repartidos en mil dolores,
con sus dolores amarrados
alli yacen los fusilados.

Vahema

07 de Marzo 2010

Sucre Bolivia

DERZU UZALADERZU UZALA

DERSU UZALA

De la penumbra verde y oscura
apareciste como oso vespertino,
tu voz aguda se escuchó
desde la fogata clara
que atizaban los soldados
una noche de plenilunio

Balanceo lateral y encorvado
carga al lomo,
talle pequeño,
mirada felina,
cual puma hambriento,
o cual oso del bosque
buscando en el fuego
el calor de tu hogar perdido
o la carne diaria de la vida

Sentado al borde de la hoguera
atenuaste el cansancio,
tu larga pipa en mano
fue el rito de la reflexión diaria
y una bocanada profunda de humo
fue el eco fugaz
de tu pensamiento

El bosque era tu hogar,
cada paraje era familiar para ti,
los soldados asombrados
no podían creer
la agudeza de tu mirada
ni la percepción profunda
de las huellas
de cada pisada furtiva

Una noche te encontró el capitán
sentado en posición de loto
frente a una hoguera
de seca maleza.
Estabas hablando con tu esposa y tu hijo
y en cada llama azul
sentías el espíritu
de tus seres queridos
o la danza ritual
de amados espectros que acudían
a saludarte,

¡aquella noche de melancolía,
de evocación y de nostalgia!
Goldi grande,
de pequeña estatura,
sabio profundo del bosque,
son tus maestros los arbustos del campo
y también el viento del este,
El “amba” de medianoche,
la nieve,
los riachuelos y los estanques.

Arturo Villena
Primavera 2006